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Socialismo dictadura La historia de cómo el socialismo español consiguió reconstruirse a pesar de la represión de la dictadura franquista

El PSOE y la UGT tuvieron que lidiar con la represión durante la posguerra y el franquismo. Las diferencias entre los socialistas en España y los del exterior torpedearon la reconfiguración del movimiento, que no llegó a la eclosión de los años 60, pero sí se reafirmó una década después.

Imagen de archivo de la concentración convocada por la Federación de Servicios Públicos de UGT en 1982 para reclamar la Ley de Libertad Sindical, en Madrid. - Wikipedia / Wikimedia Commons
Imagen de archivo de la concentración convocada por la Federación de Servicios Públicos de UGT en 1982 para reclamar la Ley de Libertad Sindical, en Madrid. Wikipedia

Acababa de terminar la Guerra Civil cuando el socialismo español, casi compungido, debe restructurarse. La represión pesaba mucho más en el interior que en el exilio. Allí, en Francia y México, los socialistas españoles siempre pujaron por liderar el movimiento que dentro de España lo único que podía hacer era tratar de sobrevivir. La clandestinidad del socialismo durante la dictadura franquista viró a medida que el tiempo pasaba, los aires de la pretendida modernidad desembarcaban en las costas, los hijos de la clase obrera atestaban las aulas universitarias y una nueva industrialización en ciernes se levantaba en el norte. Antes de eso: asesinatos, sacrificios, disputas internas, miedo al comunismo e intentos de alianzas que eclosionaron en 1970, cuando las ejecutivas tanto del PSOE como de UGT deciden volver al interior.

Gutmaro Gómez Bravo, doctor en Historia y profesor en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), recupera más de tres décadas del siglo XX desde un novedoso e inédito punto de vista. A través del análisis de la correspondencia de la época, el autor publica Hombres sin nombre. La reconstrucción del socialismo en la clandestinidad (1939-1970) (Cátedra, 2021). Vertebrado en tres ejes cronológicos, el experto desgrana la forma en que el PSOE y la UGT, heridos de muerte durante la guerra, resucita con los años.

Este "tiempo de destrucción", tal y como titula Gómez la primera parte de su libro, comprende desde 1939 hasta 1943. "Están rotos por la guerra y la represión y la fractura interna entre Negrín y el Partido Comunista de España (PCE) les pasa factura. Lo que había sido la división en ramas de izquierda, centro y derecha dentro del socialismo se reorganiza para hacer frente a una dura posguerra", inicia la explicación el especialista. Aquellas personas que pudieron exiliarse pero prefirieron seguir en España, o aquellas que intentaron huir pero se quedaron en el intento, serán las indicadas para la reorganización de los cuadros socialistas. "En esta época su virtud es generacional, como colectivo. Firman como Hombres sin nombre, porque son todos. No son ejecutivas, sino un colectivo que se alterna la responsabilidad, sobre todo antiguos cargos políticos y sindicales en la gestión del abastecimiento y la retaguardia durante la Guerra", continúa el mismo Gómez.

Los dirigentes encarcelados

Gutmaro Gómez: "Los trabajadores serán el arranque fundamental de la reconstrucción"

Es en esos momentos cuando el pueblo, los trabajadores manuales, vuelven a ponerse a las órdenes de una ejecutiva aún cautiva en las prisiones franquistas: "Maestras, peluqueros, pintores. La parte gremial, los trabajadores, serán el arranque fundamental de la reconstrucción porque lo hacen en un momento en el que se juegan la vida. En 1939 no sabían si podían pactar con Franco, ya en 1945 no tienen dudas", en términos del profesor de Historia.

Pero la vida transcurría diferente dentro que fuera, arriba que abajo. El exilio pujaba por hacerse con la ejecutiva del partido mientras los del interior siguen escupiendo sangre. "Los de dentro quieren echar a Franco, solo piensan en eso. Los de fuera, en México y Francia, valoran las posibilidades de volver a España con una república o monarquía; están pensando en algo más táctico porque la división creada en la izquierda durante la guerra continúa en el exilio, pero no en el interior", agrega Gómez.

La resistencia en el interior se debilita

El periodo comprendido entre 1945 y 1954 supone la fase de la clandestinidad más típica para el socialismo español: se reúnen en sótanos, imprimen en secreto sus órganos de expresión y hacen vida con identidades falsas. Según apunta el profesor de la UCM, "al principio crecen mucho, pero en el 44 y 45 hay mucha infiltración policial y grandes redadas. En el 48 acaban con la guerrilla en Asturias y se suceden las persecuciones a gran escala por Madrid, València y Barcelona. Sobreviven porque han aprendido los mecanismos de sustitución: si unos caen, qué tienen que hacer los demás para constituir la siguiente ejecutiva, pero los van exterminando".

Hay un punto que los paraliza. No fue una muerte más. En 1953 la Policía franquista detuvo a las ejecutivas del PSOE y la UGT. Fueron llevados a la Dirección General de Seguridad (DGS), en la Puerta del Sol. Allí asesinaron a Tomás Centeno, el presidente de las ejecutivas de las dos agrupaciones. "Oficialmente se desangra con los muelles de la cama, pero su asesinato hace que en 1954 el control lo tome el socialismo español en Francia. Después, grandes redadas hacen caer zonas como Andalucía, Balears, Asturias y Galicia", agrega el autor.

Los ritmos no eran igual en Francia que en España, ni las prioridades tampoco. Así se pretendió una alianza de fuerzas democráticas a ambos lados del espectro político en el interior. Impulsada al principio por la Confederación Nacional del Trabajo, la amplían a nacionalistas vascos y catalanes, y ahí es donde entra también la derecha. "Esta alianza, en definitiva, es la forma política de reconocer que la guerrilla no funciona y que el franquismo no caerá por las armas si no es con un gran apoyo militar, pero no lo tenían", se explaya Gómez.

"Los del interior se sacrifican por las decisiones que toma el partido desde el exilio"

Las relaciones con el exterior, aunque regulares, empiezan a resentirse: "Los del interior se sacrifican por las decisiones que toma el partido desde el exilio, desde donde apenas puede percibir la realidad que viven. Algunos se van amargando y ven la cantidad de gente que ha caído, o que su vida realmente es una mierda, mientras en Francia y México se entretienen con disquisiciones y realizan un congreso que dura tres días en el que se pelean por cuestiones orgánicas", en palabras del profesor.

El final es el principio

Llega la época en la que se preparan para la caída de la dictadura, siendo los socialistas más protagonistas en los años 70 que en los 60. "El recambio generacional que se sucede es crucial para entender la historia en este tiempo, y aquí es donde más pesa la distancia entre el interior y el exterior", expresa el autor. Y es que el grueso de la clandestinidad pasa de la región centro al norte debido a la industrialización, sobre todo Asturias y Euskadi, quienes tienen su propia federación socialista en el exilio y no dependen de Toulouse.

Un nuevo movimiento obrero empieza a llenar las fábricas, pero también la Universidad y, después, la calle. Los socialistas, ante estos hechos, permanecen impasibles, lo que les acarreará una serie de dificultades en el futuro más próximo. Según argumenta Gómez, "en el exilio tienen mucho miedo al cambio generacional porque piensan que van a entrar los comunistas, así que a los socialistas jóvenes les llevan los demonios". Las Comisiones Obreras ya habían empezado su trabajo, un apoyo laboral materializado en las huelgas asturianas de 1962 y en la unión de estudiantes universitarios con los trabajadores.

"En el exterior siguen leyendo España como si se tratara de 1939, pero en los años 60 ya han cambiado mucho las cosas"

"En el exterior siguen leyendo España como si se tratara de 1939, pero en los años 60 ya han cambiado mucho las cosas. Desde fuera, cuando toman el poder en 1954, siguen muy paralizados y aunque cambian la visión para los años 70 toda la década anterior la pierden. Esto también es consecuencia de las grandes redadas policiales de 1954 y 1958, en enclaves como Zaragoza y Sevilla, donde descomponen el movimiento socialista una vez que ya había vuelto a penetrar en las nuevas barriadas que se crean en las grandes ciudades", desarrolla el propio Gómez.

La nueva sociología de la oposición franquista deja algo atrás al PSOE, que le cuesta entenderla, al menos desde el exilio. "El carácter social también hace que cambie la represión, junto con la presencia de embajadas en los juicios políticos. Muchos detenidos son hijos de los vencedores, vencedores que ostentan altos cargos en el escalafón franquista", dice el escritor en referencia a la represión. De esta forma, en 1970, una vez que cambia la correlación de fuerzas, el socialismo del interior vuelve a imponerse a la ejecutiva en el exilio y consiguen que el control regrese a España. "El cambio generacional lo cambia todo en España, también en el socialismo, y se preparan para la salida de la clandestinidad", concluye el profesor de Historia dando por terminada la reconstrucción del socialismo durante la dictadura franquista.

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