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Mucha bandera de Andalucía, pero un Estatuto por desarrollar

Andalucía llega a un nuevo 28F con dimes y diretes sobre las competencias a desarrollar y fuegos de artificio sobre la asunción de los ferrocarriles de cercanías. La idea de que la autonomía iba a conseguir la igualdad se atasca.

Juanma Moreno, durante un acto el pasado 4D.
Juanma Moreno, durante un acto el pasado 4D. María José López / Europa Press

Juan Manuel Moreno Bonilla (PP) se ha envuelto en la bandera de Andalucía y en los símbolos de la autonomía y ese camino iniciado por el presidente andaluz, en el que la oposición le acusa de "reescribir" la historia, ha llevado a recolocarse a las demás fuerzas políticas.

El PP andaluz inició esa senda hace años con el apoyo in extremis que dio a la aprobación del Estatuto de Autonomía de 2007, impulsado por PSOE e IU. Ahora que gobierna, la derecha se ha entendido también de perlas con cierto andalucismo histórico, el de Alejandro Rojas Marcos, fundador del PA y exalcalde de Sevilla, y ha institucionalizado el 4-D, cuando los andaluces tomaron las calles en 1977, declarándolo día de la Bandera.

Además de esta dialéctica política interna, por así llamarla, el impulso de fuera, en este caso los pactos del PSOE con partidos independentistas y nacionalistas, una vez más ha contribuido a reactivar también el debate en Andalucía sobre las competencias que tiene la Comunidad y sobre cuáles debe tener.

Los debates los ha lanzado la oposición de izquierdas en el Parlamento y han sido rechazados, salvo el de las competencias de cercanías, por la mayoría del PP.

El PSOE de Juan Espadas ha presentado en este sentido varias iniciativas políticas que ha utilizado también como estrategia de defensa frente a la retórica andalucista de Moreno Bonilla –en la que por ejemplo, hace referencias inéditas en la derecha hasta entonces a mitos como Carlos Cano, autor de la murga del currelante, que recuerda a la de sus años en el Ejecutivo.

Por Andalucía y Adelante Andalucía también han planteado a Moreno ampliar las competencias de la Junta, pero de momento, salvo algunos fuegos de artificio con las competencias sobre ferrocarriles, ni el Gobierno andaluz ni el de España han acometido ese asunto en serio.

Hay un tema que sí está siempre de actualidad: la financiación de Andalucía. Este asunto, como antes hicieron los Gobiernos del PSOE, lo promueve de manera activa el presidente Moreno y el PP andaluz por dos razones. Le viene bien políticamente para mantener la tensión con el Gobierno central (la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, fue consejera andaluza antes) y porque es cierto, según los expertos y según coinciden todos los partidos, que Andalucía, con el actual sistema pierde recursos: está infrafinanciada.

Objetivo no conseguido

Estos debates ¿son el dedo o son la luna? ¿Los Estatutos, el de Carmona de 1980 y el de 2007, se han desarrollado en este tiempo? Dicho de otra manera, ¿Hay un camino andaluz? ¿Un estar andaluz en el Estado o la Comunidad más poblada va a remolque de otros lugares?

"Si nos quedáramos en un análisis estrictamente formal-jurídico podría decirse que el Estatuto se ha cumplido, porque las competencias que en él se establecen han sido asumidas, las instituciones han sido creadas, el Parlamento, el Gobierno, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, pero eso sería quedarnos solo en la apariencia y en la fachada", afirma a Público José Luis Villar, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Pablo de Olavide.

"Me explico –añade Villar–. El gran objetivo que nos marcamos el 4D de 1977 y el 28F de 1980 en las urnas fue conseguir la igualdad de Andalucía con los pueblos ricos de España, en poder político y en poder económico, que Andalucía avanzara. Y si cogemos ahora y vemos cuál es la situación y eso es muy fácil de analizar: es fijarse en la diferencia que existía en Andalucía en servicios públicos, en renta per cápita y en PIB y ese diferencial, incluso es mayor hoy del que teníamos hace 45 años en algunos aspectos". 

"Por lo tanto –agrega Villar– el 28F tiene que ser un día de memoria, de orgullo de lo que somos capaces de hacer los andaluces cuando unimos nuestra fuerza, pero debe ser un día de insatisfacción, de reivindicación del futuro. Celebremos para impulsarnos para lograr las cosas que nos faltan, las que soñamos el 28F, una Andalucía más próspera, más igual y más libre. Tenemos mucho que transitar en ese camino".

El jurista Joaquín Urías analiza lo siguiente: "El Estatuto Andaluz, inspirado en el de Catalunya, prevé muchas competencias que se pueden asumir, pero los sucesivos gobiernos no tienen un sentimiento andaluz que justifique la asunción de competencias. Se ven subordinados al Gobierno de la nación".

"El sistema de las autonomías –explica Urías– es parecido al federal. Se basa en que las en las competencias propias de la Comunidad Autónoma están al mismo nivel que las del Estado. No tenemos una relación de jerarquía. Eso no lo han asumido los gobiernos andaluces, que utilizan la Comunidad como un espacio de gestión, no de acción política".

Los problemas de Andalucía

Los problemas de Andalucía son numerosos, servicios públicos deteriorados, falta de financiación y de peso político, y son los mismos que existían cuando llegó Moreno al Gobierno, después de 37 años de Gobiernos del PSOE, salvo uno (la preocupación por la corrupción que se propagó a lomos del caso de los ERE). En estos años, las recetas que le ha imprimido el PP a la Comunidad no han mejorado la convergencia y la Comunidad sigue en el furgón de cola, con bolsas de paro estructural, miseria y pobreza, además de una economía dependiente. 

La antropóloga social Soledad Castillero Quesada, autora de Las sin Tierra, rompiendo el mito de la musa andaluza (Editorial Almuzara) expresa al respecto estas ideas: "Una bandera y un himno que como todo símbolo, deben ser revisitados y contextualizados. Hoy nos merecemos hablar de lo que las andaluzas queremos. Porque un símbolo si no es politizado (que no es igual que político) se queda a medias. Juanma Moreno ha sabido apropiarse de la bandera en un momento convulso, pero del que ha salido ileso".

"Posicionado –agrega Castillero Quesada– como defensor férreo de la agricultura, icono de la modernización del territorio así como amante de su bandera y por tanto de su tierra. Pero ¿quién es su tierra? Su tierra es esa que encabeza el paro con un 17,60% pese a encabezar la producción hortofrutícola con un 33% y recibir nueve millones de turistas al trimestre. Si las principales actividades económicas de tu tierra generan pobreza, puedes entonar que sea por Andalucía libre pero nada ni nadie es libre cuando tus necesidades básicas no están cubiertas. Por eso, el ¡Viva Andalucía libre, viva Andalucía, viva! no es un cántico romántico. Es una urgencia".

"Un debate territorial sin el andalucismo es un pacto entre élites del Estado", afirma el profesor García

"Lo que aporta el andalucismo al debate federal es una dimensión social, de clase. El lema viva Andalucía libre, se genera en medio de las revueltas jornaleras en Córdoba en medio del trienio bolchevique (1918-1920). El Estatuto de Andalucía, que surge a raíz de las manifestaciones en los años 80 traía al debate la dimensión de clase que tiene Andalucía en el concierto de la naciones que tiene en el Estado español. Eso es fundamental para entender la cuestión federal", analiza Javier García Fernández, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y autor del reciente Pensar Jondo (Editorial Almuzara), que explora la historia de Andalucía en el contexto global.

"No se trata únicamente de conceder privilegios a naciones cuya burguesía ha sido colaboracionista con las élites de la dictadura, sin que el debate autonómico, como todo proceso democratizador es un proceso descentralizador. De redistribución de competencias", agrega García Fernández. En resumen, afirma: "Un debate territorial sin el andalucismo es un pacto entre élites del Estado".

"En las últimas semanas –profundiza Castillero Quesada– asistimos a movilizaciones de los agricultores. Son el pico visible del iceberg que esconde una producción agroalimentaria intensiva instaurada en Andalucía como polarización económica, junto al turismo de masas. Este modelo productivo creciente desde la década de los 80 ha consolidado sectores como el fruto rojo o el olivar a partir de una producción dedicada a la exportación, liderando así mercados internacionales".

"El problema de dialogar con el sistema mundo de este modo –remacha la antropóloga Castillero Quesada– es que te olvidas de que existes, porque toda la energía la enfocas a sostener la producción, a cualquier coste. De ahí la vulneración de derechos socio laborales, la venta a pérdidas, o la inflación de los precios por parte de los intermediarios para los consumidores".

El peso de Andalucía

Una referencia sobre cómo ve estos asuntos la ciudadanía la dan los sondeos que el Centro de Estudios Andaluces (Centra) lleva tres años elaborando sobre la identidad de Andalucía. En el último, hecho público estos días, el 67% afirma que no cree que la Comunidad tenga mucho peso en las decisiones que se toman a nivel nacional. Y el 64% considera que a Andalucía se la trata peor que al resto de Comunidades Autónomas.

"El andalucista tiene que tener conciencia de pueblo, de clase y que un poder propio solucionaría los problemas estructurales. Un regionalismo andaluz no tiene conciencia de clase y olvida la necesidad de ejercer el poder propio para solucionar problemas", reflexiona Antonio Manuel, profesor de Derecho, escritor y patrono de la Fundación Blas Infante.

"No creo que sea verdaderamente andalucista quien confronta con otros usando la bandera y dejando no solo este segundo Estatuto, sino también el primero sin ejercitar", agrega Antonio Manuel.

La andalucista Pilar González, que fuera diputada con el histórico PA, y luego senadora de Adelante Andalucía, abunda en estos argumentos: "No hay Andalucía libre si no están resueltas las condiciones materiales de la mayoría social para tomar decisiones. La derecha es muy hábil en las batallas culturales, suele ganarlas por goleada y la bandera andaluza tiene un lado amable (paz y esperanza) y otro reivindicativo (tierra y libertad), lo simbólico y lo material. Quedarse sólo con lo simbólico es almidonar la bandera, particularmente prefiero el "qué bonica verla en el aire quitando penas, quitando hambre" [en referencia a la letra de Carlos Cano en Verde, blanca y verde]".

"El Estatuto es de primero rango, pero el máximo autogobierno no se hizo ni con el PSOE ni con la derecha ahora"

"Nuestro estatuto es de primer rango, de nacionalidad histórica. Pedimos ejercer las máximas competencias el máximo nivel de autogobierno ni se hizo con el Gobierno socialista y sus coaliciones ni con el Gobierno de la derecha y sus coaliciones. Los problemas estructurales son los mismos desde hace aproximadamente 40 años, el ejercicio del poder autónomo no se hace, no es verdadero andalucismo", afirma Antonio Manuel.

Un 34,6% considera que la autonomía es "insuficiente"

Hace tres años, el centro de estudios andaluces preguntó sobre el nivel de autonomía de la Comunidad. Aunque la mayoría, un 50,1%, consideraba que era "suficiente" la que existe hoy, un porcentaje muy relevante, el 34,6% consideraba, por el contrario, que era "insuficiente".

El sondeo preguntaba también por la forma de organización. El 51,5% estaba cómodo con la configuración de Comunidad Autónoma "como ahora". Sin embargo, un 23,3% reclamaba aumentar las competencias y otro 1,9% afirmaba defender el derecho de autodeterminación para llegar a ser un estado independiente. La pulsión españolista también existe en Andalucía –fue aquí dónde resurgió la ultraderecha en diciembre de 2018– y el 16,2% afirma que . Es la última vez que la Junta preguntó por este tema (ni en la encuesta del 23 ni en la de este año lo ha hecho).

Sin ser mayoritario (la identidad andaluza se combina con la española sin problemas) en la Comunidad sí existe un profundo sentimiento andalucista, que, sin embargo, se traduce difusamente hoy en la esfera política.

"El Estatuto –abunda Urías– permite muchas más competencias que educación, sanidad, dependencia y medio ambiente, pero solo se desarrollarían en un marco en que un Gobierno andaluz creyera que Andalucía tiene que ser un sujeto político en España y se planteara que por sí tiene que gestionar todas las normas que afecten a los andaluces o el máximo de normas posible".

Como ejemplo de lo que sucede, Urías pone la cuestión de los trenes: "El Estatuto permite perfectamente que Andalucía gestione las cercanías. Los gobiernos andaluces lo que quieren es financiación. La gestión penitenciaria: a los gobiernos andaluces no les interesa cogerlas. El Estatuto lo permite, pero nunca hemos tenido esa gestión".

"Mucha bandera y lo que quieras, pero ven Andalucía un espacio de gestión del estado español. Es un patriotismo falso, con el único argumento de que yo he nacido aquí. Y no tienen el patriotismo que implica el tener un concepto de qué es Andalucía, que va más allá de un espacio físico, y el concepto de lo que significa ser andaluz. Y eso se nota en las normas jurídicas", remacha el jurista Urías.

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