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La oposición de Macron entierra el MidCat y Sánchez anuncia un nuevo "corredor verde" con Francia

El tira y afloja por el gasoducto acaba con un nuevo proyecto para conectar Barcelona y Marsella que busca transportar hidrógeno verde y gas del sur al centro europeo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el primer ministro francés Emmanuel Macron y el primer ministro portugués, António Costa, en Bruselas, a 20 de octubre de 2022.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el primer ministro francés Emmanuel Macron y el primer ministro portugués, António Costa, en Bruselas, a 20 de octubre de 2022. Horst Wagner / EFE

El MidCat ya es cosa del pasado. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, anuncia en Bruselas que tras un acuerdo con París y Lisboa, el proyecto queda sustituido por un "nuevo corredor de energía verde" que conectará la Península Ibérica con Francia y el resto de Europa. Los tres líderes concretarán los detalles en un encuentro el próximo 8 y 9 de diciembre en Alacant bajo la cumbre de EuroMed.

Sánchez lo ha celebrado como un buen acuerdo para la Península, pero "sobre todo para Europa". A su llegada al Consejo Europeo, el presidente español ha asegurado que la nueva iniciativa es coherente con la transición ecológica, con la solidaridad europea y con la idea de interconectar el bloque energéticamente. Desde La Moncloa, que llevan meses dando la batalla por el MidCat, lo acogen como un éxito en torno a una solución "ecologista, nueva, solidaria y europeísta". Las grandes incógnitas son ya el calendario y la financiación. Los cálculos de Madrid apuntan a un periodo de cuatro y cinco años y la prioridad española es ya iniciar los trabajos para obtener financiación europea para la nueva tubería subterránea que tendrá una longitud de unos 350 kilómetros. "Era tener esto o no tener nada", aseguran fuentes españolas.

La Península Ibérica había unido sus fuerzas en Bruselas para seducir a la Francia de Emmanuel Macron sobre el gasoducto pirenaico del MidCat. El presidente galo ha recibido a su homólogo español Pedro Sánchez y al primer ministro António Costa en la delegación francesa poco antes del inicio de la cumbre europea de otoño, en la que los Veintisiete están llamados a diseñar la batería de medidas energéticas que planten cara al 'general invierno'.

En la declaración conjunta que sale tras el encuentro a tres, los líderes "abandonan" el proyecto del MidCat y se instan a crear como "asunto prioritario" un corredor energético verde que conectará Barcelona y Marsella a través del mar. Es la opción "más eficiente y directa para conectar la Península Ibérica con el Centro de Europa", reza el documento. Las infraestructuras deberán ser adaptadas para transportar hidrógeno, además de gas natural en el corto plazo y de forma limitada y temporal.

París había noqueado al frente ibérico evitando que en el encuentro participe Alemania, la otra gran interesada y defensora de estas tuberías. El gasoducto que busca conectar el norte de España con el sur de Francia llevaba en muerte crónica varios años, pero los efectos colaterales de la guerra en Ucrania y la enorme dependencia del motor germano de los hidrocarburos rusos lo volvieron a poner en el centro mediático y político. Y el MidCat muere antes de nacer.

El cierre en banda de Francia le había puesto en el punto de mira. "Corresponde a París decidir si quiere apostar o no por solidaridad europea", aseguraba recientemente una fuente diplomática. La estrategia de La Moncloa pasaba por recabar respaldos entre los aliados europeos alegando que no es España quien lo necesita, sino otros países del centro europeo. Por ello, empuja para que además sea con financiado con dinero comunitario.

Bruselas, por su parte, evita mojarse en este cruce. Se pone de perfil para no exceder sus competencias. Su postura es que apoya toda iniciativa que favorezca las interconexiones energéticas, especialmente las de una Península Ibérica que opera como una isla aislada del resto de sus socios comunitarios. La prioridad del Ejecutivo comunitario para financiar cualquier proyecto –cuando los Estados miembros implicados así lo acuerden- es que sirva para transportar hidrógeno verde y no enturbiar así la transición ecológica.

La oposición francesa sobre el MidCat viene de lejos. Tradicionalmente lo había rechazado alegando su gran coste económico, sus efectos nocivos para el medio ambiente o el rechazo de las poblaciones fronterizas por las que pasaría. En la superficie subyacen otras razones. Francia prefiere continuar vendiendo el gas natural licuado (GNL) directamente a Alemania sin la intermediación, el protagonismo y la contrapartida económica para España. Y siendo un país altamente productor de energía nuclear busca vender el hidrógeno producido con sus centrales reduciendo la competencia.

Pero en medio de la crisis energética más complicada de los últimos años en Europa al presidente que llegó a El Elíseo con uno de los proyectos más ambiciosos para el proyecto europeo le es más y más complicado mantener la negativa. El momentum tampoco le va de cara a los de En Marche. Llegan a este punto en el que Europa afronta su inflación más alta, su invierno más incierto y ocho meses de guerra a sus puertas con el eje franco-alemán resquebrajándose. El MidCat es uno de los elementos de fricción, pero ya emanan otros como las distintas posturas de Berlín y París sobre las medidas energéticas, con los primeros paralizando el tope al gas importado que invoca el sur.

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