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La Comunidad Política Europea queda herida de muerte en Granada

El desenlace de la tercera cumbre de la CPE ha sido agrio. El foro no termina de encontrar su razón de ser.

Foto de familia de los líderes europeos participantes en la cumbre de la Comunidad Política Europea, con el rey Felipe VI y la reina Letizia, en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. REUTERS/Jon Nazca
Foto de familia de los líderes europeos participantes en la cumbre de la Comunidad Política Europea, con el rey Felipe VI y la reina Letizia, en el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. Jon Nazca / REUTERS

"Cuando la Comunidad Política Europa (CPE) se disuelva, dirá en su lápida: R.I.P. (2022-2024). Fue una vida corta, con un gran momento: la cumbre de 2023 en Moldavia. Luego cerró los ojos y falleció. Será recordada con cariño, pero no se la echará en falta".

Es el análisis que hace a través de la red social X Gerald Knaus, del think tank Iniciativa de Estabilidad Europea (ESI, por siglas en inglés). Este jueves, Granada ha acogido al foro que nació a instancias del presidente francés Emmanuel Macron para mostrar unidad continental frente a Rusia. Pero el desenlace ha sido agrio, ya que el foro paneuropeo que surgió con la idea de arrinconar más a Moscú no termina de encontrar su razón de ser.

La ciudad andaluza se ha vestido de gala para acoger a los líderes de 45 países en la tercera cita de su historia. Tras Praga y Chisinau, el encuentro de Granada deja un sabor amargo. Sin resultados concretos, sin comunicados conjuntos y sin tan siquiera la tradicional rueda de prensa, que se ha cancelado por la indisposición del primer ministro británico Rishi Sunak, próximo anfitrión.

Si Moldavia dejó cierto entusiasmo, la Comunidad Política Europea va a tener complicado remontar de su cita española

Es verdad que en su naturaleza no están las declaraciones finales o los grandes anuncios, pero la que confluye en España es una reunión que ha aportado poco más allá de mesas de diálogo sectoriales sobre energía, conectividad o multilateralismo. Si Moldavia dejó un cierto entusiasmo el año pasado, la Comunidad Política Europea va a tener complicado remontar de su cita española.

La cumbre anterior se produjo a escasos kilómetros de la frontera con Rusia. Y su huésped era y es un país aspirante a convertirse algún día en miembro de la Unión Europea. El simbolismo y la fotografía de un continente unido a excepción de Rusia y Bielorrusia era fuerte y eclipsaron la falta de resultados tangibles.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, durante la reunión de la comunidad Política Europea en Granada, a 5 de octubre de 2023.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, durante la reunión de la comunidad Política Europea en Granada, a 5 de octubre de 2023. Pool PEUE/Juanjo Martín / EFE

Pero Granada no ha sido capaz de camuflar un desencanto con un formato que carece de base jurídica para tomar decisiones y que no cuenta con estructura, calendario o presupuesto.

En un primer momento, la idea tomó fuerza como un punto de encuentro entre países unidos por la historia y la geografía para abordar cuestiones energéticas, geopolíticas y de seguridad en un mundo crecientemente hostil, impredecible e inestable.

"Habida cuenta de las dramáticas consecuencias de la guerra de Rusia, que están afectando a los países europeos en varios frentes, hemos acordado poner en marcha la comunidad política europea con el objetivo de reunir a países del continente europeo y servir de plataforma de coordinación política. El objetivo es congregar a los dirigentes en pie de igualdad y fomentar el diálogo político y la cooperación en lo relativo a cuestiones de interés común a fin de que, juntos, trabajemos para reforzar la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de Europa en su conjunto", resumió tras su nacimiento Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. 

Pero dos años y tres cumbres después su valor añadido continúa desvirtuado. Especialmente en términos servir de base para avanzar en la solución de conflictos internos entre sus miembros. Serbia y Kosovo atraviesan una de las peores escaladas de tensión de los últimos años tras el pico de violencia en su frontera de hace unos días. Sus líderes no se han reunido en la ciudad andaluza. De hecho, han ratificado que este no es el formato para el diálogo.

Ausencia de Erdogan

El diálogo Belgrado-Pristina lo abandera la UE desde 2011, aunque apenas ha dado frutos. La presidenta kosovar, Vjosa Osmani, ha asegurado en el que ha sido el primer viaje de un jefe de Estado kosovar a España en más de una década que no tiene nada que hablar con su homólogo serbio hasta que no se le impongan sanciones.

Uno de los grandes fracasos de la cita lo ha escenificado la ausencia de última hora del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y del presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev. Su borrado de la fotografía de familia no es baladí. Son dos de los líderes del continente más próximos a Rusia. Y su plantón deja una ocasión perdida para el diálogo hacia la paz entre Armenia y Azerbaiyán y es una oportunidad perdida para el músculo geopolítico de la UE.

Hasta solo un día antes de Granada, en la agenda de Macron y del canciller Olaf Scholz brillaba un encuentro entre Aliyev y el primer ministro armenio Nikol Pashinian. Finalmente, Bakú canceló el viaje de su líder porque Francia había anunciado poco antes ayudas militares a Ereván y porque los europeos no accedieron a que Erdogan formase parte de las conversaciones.

Como consecuencia, ni el turco ni el azerí han asistido al encuentro en el sur de España, un movimiento que fortalece a Rusia no solo de forma simbólica, sino de cara a su posición para mediar en el Cáucaso, región donde ha estado siempre muy presente.

Así, Granada 2023 concluye sin dar respuesta a la pregunta que el presidente francés François Mitterrand lanzó en 1989, tras la caída del muro de Berlín. "¿Cómo podemos organizar a Europa desde un punto de vista político y más allá de la Unión Europea?".

La Comunidad Política Europea nació con la ambición de repensar Europa más allá de la UE, encontrar un anclaje continental geopolítico y unido y de escenificar la soledad de Rusia en el continente. Pero sigue buscando su razón de ser eclipsada por otros foros de corte similar, pero con mucho más rodaje, como el Consejo de Europa en Estrasburgo o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) en París.

Los 27 líderes del bloque comunitario quieren evitar que sea una UE con satélites, pero lo que sienten muchos de los países es que este formato no es más que un premio de consolación para Estados de segunda clase. "La CPE es una expresión de la unidad paneuropea en el seno de la agresión brutal e ilegal de Rusia. Juntos podemos abordar los desafíos conjuntos que marcarán nuestro futuro: desde el clima a la Inteligencia Artificial o el multilateralismo", ha resumido Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, desde Granada.

Granada, capital de Europa

La acogida de más 45 líderes de todo el continente ha hecho de Granada el foco mediático de la semana. La apuesta por acoger la cita mencionada, a la que seguirá el viernes la cumbre europea, era uno de los platos fuertes de la Presidencia española del Consejo.

Pero la inestabilidad política del país, marcada por las conversaciones para formar gobierno, no le están dejando brillar. La propia intervención de Pedro Sánchez a su llegada ha estado monopolizada por las negociaciones de investidura.

En julio, la cumbre con América Latina, el otro plato fuerte de la Presidencia ya deslució el papel y la imagen del país en Bruselas. Pedro Sánchez abandonó con prisas el edificio del Consejo Europeo y se marchó de urgencia a un mitin electoral en España ausentándose en la rueda de prensa final, algo insólito en las cumbres organizadas por una Presidencia semestral.

En Granada no se ha celebrado una rueda de prensa final, descafeinando el resultado de la cita y dejando brotar las críticas y desconcierto de la multitud de medios allí presentes. Desvalorizando, de paso, la importancia de la ya maltrecha Comunidad Política Europea.

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