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Los seis precedentes en los que el soberanismo catalán ha sido clave en la elección de un presidente español

González, Aznar, Zapatero y Sánchez ya recibieron el apoyo activo o pasivo del antiguo espacio convergente o de ERC en las votaciones que les han permitido llegar o continuar en la Moncloa.

Fotografía del 1 de junio de 2018, de Pedro Sánchez posando ante los fotógrafos en el hemiciclo del Congreso de los Diputados tras ganar la moción de censura presentada contra Mariano Rajoy. Emilio Naranjo / POOL / EFE / AFP
Fotografía del 1 de junio de 2018, de Pedro Sánchez posando ante los fotógrafos en el hemiciclo del Congreso de los Diputados tras ganar la moción de censura presentada contra Mariano Rajoy. Emilio Naranjo / POOL / EFE/AFP

Pese a la pérdida de votos -por primera vez desde el inicio del Procés no han llegado en total al millón de sufragios-, los resultados de las elecciones generales del 23J han situado a los partidos independentistas catalanes en una posición clave.

De ellos depende, en gran parte, que Pedro Sánchez vuelva a ser investido presidente y, por lo tanto, continúe instalado en la Moncloa. Y, más en concreto, todas las miradas recaen en Junts y, específicamente, en el expresident Carles Puigdemont, en lo que se intuye como una secuencia de conversaciones y negociaciones -de momento, discretas- sin que esté garantizado que acaben con un "sí" al líder del PSOE.

No es la primera vez que el independentismo o el soberanismo catalán es decisivo en la hora de facilitar la investidura del jefe del ejecutivo estatal. Repasamos los precedentes en los que esto ya ha sucedido, con el matiz que incluimos la etapa en que la antigua Convergència todavía no había dado el paso hacia una defensa explícita de un Estado propio para Catalunya.

La CiU de Pujol, de apoyar González al Pacto del Majestic

La secuencia arranca en 1993, tres décadas atrás. En una escena que guarda cierto parecido con lo que acaba de suceder, en las generales del 6 de junio el desgastado PSOE de Felipe González resistió mucho mejor de lo que preveían las encuestas y batió al PP de un José María Aznar que ya se veía en la Moncloa. Con todo, los socialistas perdieron 16 escaños -se quedaron en 159- y González pudo ser investido el 9 de julio después de cerrar acuerdos con CiU -17 diputados- y el PNV -5-, que le dieron una holgada mayoría de 181. 

Entre otras cuestiones, la CiU de Jordi Pujol se avino al 'sí' a González a cambio de impulsar una reforma del sistema de financiación autonómica, que se aprobaría en octubre y que comportaba la cesión a la Generalitat del 15% de la recaudación en Catalunya del IRPF.

Entre otras cuestiones, el Pacto del Majestic suposo una mejora de la financiación autonómica

Tres años después, la CiU de Pujol volvería a votar a favor de la investidura de un presidente español, pero en este caso era José María Aznar, después de que el PP se impusiera en las generales del 3 de marzo de 1996 con 156 diputados, 15 más que el PSOE de González. Para la investidura, sin embargo, necesitó los 'sí' de CiU (16), PNV (5) y Coalición Canaria (4), que se materializó el 4 de mayo.

En el caso de la entonces coalición catalanista, el voto afirmativo se cerró en el célebre Pacto del Majestic, negociado unos días antes en este hotel barcelonés. El acuerdo comportaba el traspaso de competencias a la Generalitat en materia de policía de tráfico, la supresión del servicio militar obligatorio en el Estado y que el porcentaje del IVA y el IRPF transferido a las autonomías pasara del 15% al 30%.

En las siguientes elecciones generales, celebradas el 12 de marzo del 2000, Aznar y el PP lograron una clara mayoría absoluta de 183 diputados, pero aun así la CiU de Pujol volvió a votar a favor de su investidura. La convivencia entre las dos formaciones -y, de paso, entre los gobiernos del Estado y de la Generalitat- empeoraría rápidamente, en gran parte por las políticas recentralizadoras del PP, un elemento importante en el primer gran crecimiento del independentismo, que en los siguientes años capitalizaría ERC.

La era Zapatero: del 'sí' inicial de ERC a la abstención de CiU en 2008

Con un escenario político catalán que se había movido significativamente -unos meses antes, PSC, ERC e ICV habían firmado el acuerdo del primer tripartito, acabando con 23 años de gobierno en la Generalitat de la CiU de Pujol-, las elecciones generales del 14 de marzo del 2004 dieron la victoria a un PSOE liderado por José Luis Rodríguez Zapatero. Celebradas en un estado de choque, sólo tres días antes se habían producido los atentados del 11M en Madrid, los socialistas reunieron 164 diputados, 16 más que el PP.

La investidura se haría el 16 de abril y, entre otros, fue posible gracias al 'sí' de los ocho diputados de ERC, que vivía una etapa de fuerte crecimiento en las urnas. La voluntad principal de los republicanos era facilitar el desalojo del PP de la Moncloa, pero Zapatero se comprometió a impulsar el reconocimiento del catalán en la Unión Europea, una cuestión que dos décadas más tarde sigue sin ser real. CiU, ya con Artur Mas como líder, optó por la abstención.

ERC pasó del "sí" a Zapatero en 2004 a votar en contra de su investidura en 2008

Los siguientes comicios llegaron el 9 de marzo del 2008, y el PSOE creció hasta los 169 diputados. Ahora bien, en esta ocasión no consiguió cerrar una mayoría absoluta para la investidura de Zapatero -ERC votó en contra, después de sufrir una fuerte caída de 8 a 3 escaños- y la elección se culminó el 11 de abril en segunda votación por mayoría simple -169 "sí" y 158 "no"-, gracias a la abstención de CiU -10 diputados-, entre otros. Zapatero se comprometió a publicar las balanzas fiscales de las autonomías -se haría el julio de aquel año- y a estudiar el trasvase del Ródano, una demanda de CiU que nunca llegaría a llevarse a cabo.

La moción de censura contra Rajoy y el apoyo pasivo a Sánchez

Tendría que pasar una década para que los partidos independentistas volvieran a ser decisivos en la elección de un presidente español. La política de tierra quemada practicada por el PP hacia Catalunya y su criminalización del independentismo provocó que recibir el apoyo activo o pasivo -vía abstención- de sus formaciones se convirtiera en misión imposible, una situación que se mantiene actualmente. Con todo, Rajoy pudo ser investido presidente en 2011 -cuando tenía mayoría absoluta- y en 2016, con el apoyo de Ciudadanos y partidos minoritarios como el Foro Asturias.

La venganza le llegó el 1 de junio del 2018, cuando tanto ERC como el PDeCAT votaron a favor de la moción de censura del PSOE contra Rajoy -también lo harían Podemos y sus confluencias, el PNV, EH Bildu, Compromís y Nueva Canarias-. El resultado convirtió Pedro Sánchez en el nuevo presidente español. 

El líder del PSOE, pero, no conseguiría ser investido después de las generales de abril del 2019, cuando en las dos votaciones de investidura celebradas en julio sólo recibió el voto a favor de su partido y del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria. El escenario cambiaría el 7 de enero del 2020, cuando sería investido en segunda votación por mayoría simple -167 'sí' y 165 'no'-, gracias a la abstención de los 13 diputados de ERC y de los 5 de EH Bildu.

El PSOE se había impuesto en la repetición electoral de noviembre del año anterior y esta vez sí que cerró un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos. El apoyo pasivo de ERC a la investidura se logró gracias al compromiso de crear una mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y español para abordar el conflicto político, que se estrenaría durante febrero del 2020.

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