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Más allá de CCOO y UGT: radiografía del sindicalismo combativo y soberanista

CGT, CNT y Solidaridad Obrera confluyeron de palabra en 2023 y las organizaciones de clase nacionalistas aumentan su implantación. 

Decenas de personas con una pancarta durante una manifestación en bajo el lema: ‘A favor del servicio público, consensuar aquí los salarios y el empleo’, el 12 de marzo de 2024, en Bilbao.
Decenas de personas con una pancarta durante una manifestación bajo el lema: ‘A favor del servicio público, consensuar aquí los salarios y el empleo’, el 12 de marzo de 2024, en Bilbao. H.Bilbao / EUROPA PRESS

"A la clase trabajadora. Por la movilización y la confluencia". Con ese lema anunciaron un frente los sindicatos de clase CNT, CGT y Solidaridad Obrera en 2023. Herederas del anarcosindicalismo y escindidas unas de otras, las tres organizaciones anunciaron el pasado abril su decisión de "superar el aislamiento que nos impone la dinámica de las luchas parciales y centrarnos en lo que tenemos en común". CGT supera la cifra de 100.000 personas afiliadas frente a las más de 8.000 de CNT.

No obstante, pasado un año, desde CNT reconocen que "hasta el momento esta colaboración solo se ha traducido en alguna campaña conjunta, pero sin apenas confluencia real o efectiva. Los sindicatos (como CGT y Solidaridad Obrera) que se anclan en la designación de representantes mediante elecciones sindicales tienen sus propias inercias, complejas de superar".

Territorios donde CCOO y UGT ya no son hegemónicos

Aunque los dos grandes sindicatos de la concertación, Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), siguen siendo los más fuertes por afiliación y delegados sindicales a nivel estatal, en territorios como Galicia, Euskadi y Navarra no son hegemónicos. En el noroeste peninsular es la Confederación Intersindical Galega (CIG) quien cuenta con más de 75.000 afiliados en Galicia, más que CCOO y UGT juntos, más de 5.100 delegados y delegadas.

"Como sindicato de clase y nacionalista, en nuestras metas está lograr la emancipación de clase y nacional", destaca Susana Méndez Rodríguez, secretaría de Organización de CIG. Frente al "pactismo y entreguismo a la patronal y al gobierno" de la dupla CCOO-UGT, el sindicato gallego apunta que "la lucha es el único camino y es la forma de lograr avances. Así lo demostramos en los conflictos en que estamos", añade Méndez.

En Euskadi, el sindicato mayoritario es ELA, con más de un 40% de representatividad, y el segundo es LAB, rozando el 20% y supera ya los 50.000 afiliados. Mientras que el primero estuvo originalmente en la órbita del PNV, LAB "reivindica el contrapoder sindical y el derecho de autodeterminación" y atrajo hacia su órbita a ELA en la década de 1990. Así se "conformó una mayoría sindical en clave soberanista", defienden desde LAB a Público.

Hay un sindicalismo vasco intrínsecamente distinto del estatal en fondo y forma, afirman desde LAB: el carácter sociopolítico, el contrapoder y el independentismo se han vuelto hegemónicos en el sindicalismo vasco. Y se nota en la práctica: el 46% de las huelgas convocadas en el Estado español en 2023 fueron en Euskadi. Pese a ello, el dúo ELA-LAB guarda sus diferencias. "LAB opta por confrontar como clase, mientras que ELA lo hace como sindicato. LAB trabaja por una agenda compartida por la soberanía y la transformación social entre los agentes sindicales, sociales y políticos, mientras que ELA ha optado por situarse al margen", señalan desde LAB. En Navarra, la suma de CCOO y UGT ya es inferior al 50% de los representantes sindicales electos gracias en gran medida al crecimiento de ELA y sobre todo de LAB.

Escasa relación entre los sindicatos de clase estatales y los soberanistas

La relación entre sindicatos soberanistas guarda ciertas complejidades detrás de su buen avenir generalizado. Mientras que la CIG gallega mantiene mejores vínculos con ELA, LAB apuesta más por aliarse con la más minoritaria Central Unitaria de Traballadoras/es (CUT), nacida en 1999. En la Federación Sindical Mundial, varios de estos sindicatos soberanistas de las "naciones sin Estado" comparten luchas junto con la estatal Alternativa Sindical de Clase. De Catalunya están presentes la Intersindical Catalana y Coordinadora Obrera Sindical (COS).

En esta comunidad autónoma, la Intersindical ha crecido hasta los 6.300 afiliados y unos 1.200 delegados, con una mayor presencia en el ámbito privado, indican desde el sindicato independentista y de clase. Unas cifras muy lejanas de CCOO y UGT y por debajo de USO y CGT. Este crecimiento se debe en parte a convocar la huelga tras el 1 de octubre de 2017 y la sentencia del procés en octubre de 2019. "Ahora mismo somos la quinta fuerza sindical a muy poca distancia de la cuarta, pero no hace mucho éramos la octava, por tanto, estamos en el camino correcto", indican.

Las relaciones "prioritarias" de la Intersindical Catalana con otros sindicatos soberanistas incluyen a la Organización Sindical de Trabajadores de Aragón (OSTA), además de la CIG, ELA y LAB. En cambio, con el también independentista Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), la Intersindical Catalana mantiene solo "relaciones puntuales".

En cambio, la ligazón entre los sindicatos de clase estatales y los independentistas es más bastante menor. "Cuesta mucho que acepten el ámbito nacional vasco, aunque en los últimos meses se está trabajando en una mejor sintonía con la CGT", explican desde LAB. Desde CNT reconocen que los contactos son "inexistentes prácticamente". Respecto a CGT o CNT, la Intersindical Catalana admite que "tenemos poca relación a nivel orgánico, pero coincidimos en conflictos y centros laborales, donde colaboramos bien".

Las cajas de resistencias, apuesta de futuro

Gran parte de la fuerza de ELA, LAB y CIG reside en sus cajas de resistencia para afrontar huelgas. Más de cinco millones de euros de las cuotas sindicales de ELA en 2021 fueron a parar a este remanente, según calculó El Salto. Gracias a este dinero destinado a pagar a quienes se ponen en huelga, ELA logró en marzo de 2023 un aumento salarial del 26,7% tras la huelga más larga de Europa, de tres años y ocho meses, en Novaltia, una cooperativa de distribución de medicamentos. También consiguió una indemnización de casi 9.500 euros para cada huelguista y de un euro por cada día de huelga para la propia ELA.

El éxito de este modelo de conflictividad laboral ha extendido las cajas de resistencia en los últimos años. CNT aprobó en su XII Congreso, celebrado en Granollers (Barcelona) en diciembre de 2022, crear una caja de resistencia confederal "para ayudar a paliar los efectos económicos de una huelga en la maltrecha economía de los trabajadores y trabajadoras". Esta caja, al igual que la propia CNT, está financiada exclusivamente con las cuotas de las personas afiliadas. La Intersindical Catalana también está creando una caja de resistencia para "afrontar con garantías y condiciones los conflictos laborales y construir así una herramienta de valor a favor de nuestro modelo sindical".

La CNT sufrió en la década pasada otro proceso de desfederaciones y escisiones y hay una pelea judicial en marcha por las siglas, como la que vivió con la ahora mucho mayor CGT en la década de 1980. Pero estos conflictos no le han impedido crecer en afiliación. El sindicato, fundado en 1910, colabora con otros colectivos, como se verá de nuevo en muchas marchas del Primero de Mayo. "La clase obrera es cada vez más pobre y el trabajo que desarrollamos apenas cubre las necesidades básicas. Esta amalgama es la que hace mella en todas, nos llena de insatisfacción y rabia. Debemos aprovechar este sentimiento para dar respuesta al yugo al que estamos expuestos", denuncian desde la central anarcosindical.

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