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¿Qué es la escala de siete grados de comportamiento sexual de Kinsey?

La escala de siete grados de comportamiento sexual es el resultado del Informe Kinsey, uno de los estudios más importantes de la historia de la sexología. A pesar de que el Informe Kinsey —que comprende dos libros diferentes— fue publicado hace más de 70 años en un contexto muy poco propicio para la investigación sobre el sexo, aún hoy sigue siendo una de las teorías que cimenta el estudio de la sexualidad contemporánea

Y es que el Informe Kinsey ofreció una panorámica más completa de los comportamientos sexuales rechazando el paradigma binario —heterosexual y homosexual— y clasificando la orientación sexual en siete grados lo que abrió la puerta a la concepción de la orientación sexual como un aspecto más fluido del ser humano frente a la rigidez taxonómica binaria que, por otro lado, sigue presente a nivel popular y que también sigue siendo defendida por algunos especialistas en sexualidad. Te lo explicamos. 

La ‘revolución sexual’ de Alfred Kinsey 

Hombre y mujer - Fuente: Unsplash
Hombre y mujer – Fuente: Unsplash

Nacido en Nueva Jersey en 1894, el biólogo y psicólogo de Harvard Alfred Charles Kinsey llegó a la Universidad de Indiana en 1920 como profesor asistente de zoología, estudiando durante años diversos insectos mientras desarrollaba un método científico de codificación de la información que sería la base de sus estudios sobre sexualidad.  

Fue en 1938 cuando la Asociación de Mujeres Estudiantes le pidió organizar un curso sobre matrimonio: ante las preguntas de los asistentes sobre sexualidad, Kinsey advirtió la limitada cantidad de información científica sobre el tema que existía en ese momento, una “brecha de conocimiento” como la definió el propio biólogo que le llevó a dirigir su trabajo hacia la investigación sexual. 

En los siguientes años y tras formar un equipo de investigación, Kinsey realizó miles de entrevistas y cuestionarios sobre comportamiento sexual, algunos de ellos de dudosa fiabilidad según sus detractores posteriores.

De cualquier forma, estos datos fueron la base de los libros Conducta sexual del hombre (1948) y Conducta sexual de la mujer (1953) que, posteriormente, fueron conocidos en conjunto como Informe Kinsey y que incluía la escala de siete grados de comportamiento sexual como elemento vertebral de sus conclusiones científicas. 

La escala Kinsey y la fluidez en el comportamiento sexual 

Dos hombres y una mujer en una cama - Fuente: Pexels
Dos hombres y una mujer en una cama – Fuente: Pexels

El análisis científico sobre la sexualidad se había topado durante décadas con diversos tabúes, entre ellos, la concepción binaria de la orientación sexual: o heterosexual u homosexual.

Pero la investigación del equipo de Kinsey concluyó que “los pensamientos y los sentimientos sexuales hacia el mismo sexo o hacia el sexo opuesto no siempre son consistentes a lo largo del tiempo” inaugurando un nuevo concepto que ha tenido gran trascendencia hasta nuestros días: la fluidez, de forma que una persona puede evolucionar su orientación sexual debido a múltiples causas. 

Teniendo en cuenta estas consideraciones, Kinsey utilizó una escala de siete categorías con una categoría extra sin contactos sexuales de ningún tipo. 

  1. Exclusivamente heterosexual 
  1. Predominantemente heterosexual, solo incidentalmente homosexual 
  1. Predominantemente heterosexual, pero más que incidentalmente homosexual 
  1. Igualmente heterosexual y homosexual 
  1. Predominantemente homosexual, pero más que incidentalmente heterosexual 
  1. Predominantemente homosexual, solo incidentalmente heterosexual 
  1. Exclusivamente homosexual. 
  1. Sin contactos ni reacciones sociosexuales. 

Como vemos, esta categorización se acerca mucho más a la orientación sexual tal y como hoy es concebida. Y es que Kinsey llegó a señalar, basándose en los datos de su estudio, que la heterosexualidad “pura” era extremadamente rara: casi un 50% de los hombres del estudio (que eran más de 6.000 en total) habían reaccionado sexualmente ante personas de ambos sexos en el curso de sus vidas y el 37% había tenido al menos una experiencia/respuesta homosexual. 

En el caso de las mujeres, un 11% de las encuestadas habían sido categorizadas como igualmente heterosexuales y homosexuales, lo que también se podría considerar bisexuales, aunque el equipo de Kinsey prefirió evitar ese término por su ambigüedad científica.

Pero, además, entre un 1% y un 3% de las mujeres casadas (con un hombre) tenían exclusivamente respuestas/experiencias homosexuales lo que exponía que la homosexualidad seguía viviéndose en muchos casos como algo “secreto”, incluso dentro de un matrimonio heterosexual.  

Trascendencia y críticas de la escala Kinsey 

Una escultura de dos personas abrazadas - Fuente: Pexels
Una escultura de dos personas abrazadas – Fuente: Pexels

Como podemos suponer, el informe Kinsey impactó en la comunidad científica de su época, así como en la propia sociedad una vez que sus resultados fueron difundiéndose. La década de los 60 estaba a la vuelta de la esquina, con todo lo que supuso a nivel sociopolítico en Estados Unidos, pero también como escenario para la denominada “revolución sexual”.

Desde un punto de vista científico, no obstante, la escala Kinsey abrió la puerta a nuevas investigaciones, algunas para rebatir sus conclusiones, y otras para profundizar en sus revelaciones. Ahí está, por ejemplo, la Cuadrícula de Orientación Sexual de Fritz Klein, “describiendo la experiencia bisexual en más detalle y complejidad que la de Kinsey”. Y también tenemos la Escala de Storms que describe el erotismo con un eje X e Y.  

No obstante, el Informe Kinsey también fue criticado en su día por colegas, no tanto por sus conclusiones, sino por sus métodos para conseguirlas. El propio Abraham Maslow señaló la “parcialidad del voluntario” incidiendo en que los datos obtenidos representan a aquellos voluntarios que sí participaron en las entrevistas y fueron capaces de ser abiertos a la hora de exponer su sexualidad, en un escenario plagado de tabúes que no se prestaba a ello, por lo que, según Maslow, las conclusiones de Kinsey no podían ser representativas, al menos en cuanto a datos estadísticos. 

Actualmente, dada la trascendencia de la escala, los análisis sobre la misma continúan, y las críticas también, tanto desde posturas científicas, como desde frentes ultrareligiosos que llegan a señalar como significativo que el propio Kinsey “participara en diversas formas de relaciones heterosexuales y homosexuales con miembros del personal del instituto, incluida la filmación de varios actos sexuales en el ático de su casa”, tildándolo de “reformador impulsado por una agenda empeñado en cambiar la ética sexual de una nación, no científico desapasionado que buscaba la verdad”. 

Y es que, como vemos, 70 años después de que Alfred Kinsey abordara desde una postura revolucionaria la sexualidad humana, esta sigue estando en el centro de debates que poco tienen que ver con la misma.



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