Otras miradas

Vértigo Europeo

Guillermo Zapata

Vértigo Europeo
Imagen de archivo de varias banderas de la Unión Europea/ Europa Press

En un momento inicial de la colosal serie documental G.E.O Más allá del límite, que abre las puertas al proceso de entrenamiento y selección de los GEOs españoles nos cuentan las desventuras de los primeros cien seleccionados para ser, quizás, un día, agentes de este cuerpo especial.

Los primeros dos capítulos son básicamente una serie de pruebas para conseguir que los candidatos desistan con momentos maravillosos en los que los oficiales les gritan a los candidatos que no pasa nada por marcharse, que no es ninguna humillación volver a casa tranquilamente mientras intentan sobrevivir a las temperaturas del rio Tajo de madrugada y en calzoncillos.

Pero esa no es la peor prueba que tienen que pasar porque después de sacarlos de madrugada a bañarse en un río de agua helada, en vez de devolverlos a sus camastros... Les hacen ver Europa, de Lars Von Trier.

Con esto quiero decir dos cosas. La primera es que no valoramos la potencia de cierto cine de autor europeo cuando se usa como herramienta para romper personas a altas horas de la madrugada. La otra es que Europa es un asunto complicado que podría hacer que uno abandonara sus sueños.

Las próximas elecciones europeas no son cualquier cosa. Si nos fijamos en los acontecimientos de las últimas semanas podemos verlo con mayor claridad, porque esta semana han pasado muchas cosas importantes en la Unión Europea.

Se ha abierto ya de manera fuerte el debate sobre las reglas fiscales, que es el debate sobre la vuelta o no de las políticas de austeridad y la condición estructural de la Europa del COVID o la vuelta al neoliberalismo. Ese debate se enreda de manera evidente con el de las fronteras y el asilo. Sobre ese asunto ha habido acuerdo y el acuerdo es terrorífico. Baste decir que la primera persona que salió en España a celebrarlo es Jorge Buxadé, representante de Vox en el parlamento Europeo.

No son dos asuntos separados. La vuelta de la vieja austeridad y el endurecimiento de la vida de millones de personas migrantes en el continente forma parte de una división del trabajo muy evidente. Se intensifica (nunca se fue) la relación entre violencia, frontera y austeridad.

Otro asunto Europeo: ¿Qué hacía Elon Musk participando en el encuentro de los Hermanos de Italia junto a Meloni? Estaba apostando por una determinada Europa.

Esa misma semana, Thierry Breton, Comisario Europeo de Mercado Interior , anuncio que se iniciaban procesos de multas millonarias contra X. La alianza Meloni-Musk se explica desde ahí. Una nueva Europa que defienda los monopolios digitales de odio y fake news.

¿Quién más estaba en el encuentro? Abascal y Rishi Sunak, primer ministro británico, que hace apenas unas semanas decía que ya no aceptarían los mínimos de los derechos humanos precisamente en relación a las fronteras.

Mientras todo esto pasaba Emmanuel Macron iniciaba una ley de inmigración tan dura que ha partido su propio grupo en el parlamento Francés. Una ley que es una respuesta a una encuestas que de cara a las elecciones europeas dan como primera fuerza con mucha distancia a Reagrupamiento Nacional, la fuerza de Le Pen.

¿Qué tenemos a la izquierda? Por supuesto está por ver, pero diría que una triple crisis de indefinición y problemas diversos.

Por un lado el ocaso de las fuerzas políticas del ciclo antiausteritario, con Siryza a la cabeza. La gran esperanza griega es hoy un cúmulo de escisiones. Podemos se encuentra en una situación no menos crítica, jugando todo a una carta que hoy por hoy tiene más que ver con su propia reproducción como fuerza política que con la pelea Europea en sí. Los espacios post comunistas como Die Linke en Alemania tienen su propia crisis con una escisión de tipo rojipardo y anti migración que se estrenará, precisamente, en las Europeas.

Finalmente, los espacios verdes no viven tampoco su mejor momento. Las formaciones más fuertes sufren desgaste tanto por la guerra de Ucrania, que sigue siendo un elemento central en la Europa que linda con el frente, como por las tensiones (especialmente en Alemania) que ha traído la situación palestina al conjunto de partidos de la izquierda.

En ese contexto, el debate entre Pedro Sánchez y el presidente del Partido Popular Europeo adquiere relevancia porque lo que se juega es la alianza de la derecha y la extrema derecha frente a un Sánchez intentando hacer el boca a boca a una Socialdemocracia Europea que mira a España con esperanza, lo cual da cuenta también de su debilidad.

Sumar aparece en ese espacio con la potencia de una incógnita. No puede resolver el conjunto de las posiciones en el continente, pero ocupa un lugar que recoge alguno de los mejores elementos de las tres tradiciones democratizadora europeas: La sindical/Laborista, la anti austeritaria y la verde. Cualquier propuesta de Sumar para las Europeas debería pasar no sólo por la conformación de una buena candidatura, sino también y sobre todo, de la construcción de un campo político propio que se ponga como objetivo recuperar una vieja palabra: el internacionalismo. En ese sentido, la idea de una Internacional Climática merecería la pena ser explorada.

Hay ya una internacional del odio con sedes de gobierno en Israel, Hungría, Italia y Argentina. Hay también una internacional de la esperanza en la lucha contra el genocidio israelí y en la resistencia popular argentina que apenas comienza.

Durante el ciclo las contracumbres globales y el movimiento contra la guerra de Iraq de hace veinte años dicho internacionalismo no existía, pero si existía una idea de Europa que se sentía común y que se fundaba en luchas concretas y movilizaciones constantes con una idea común. Hay algo de ese espíritu que merece la pena recuperar. Quizás eso es lo primero que tenemos obligación de construir, una idea común europea basada en luchas, conquistas, organizaciones civiles y políticas.

La alternativa es encontrarnos pelados de frío en un río a las cuatro de la mañana sabiendo que luego toca ver Europa, de Lars Von Trier.

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