"Mundo clasista, hipócrita y cruel": cuando el naufragio de cinco millonarios eclipsa la desaparición de 500 migrantes

Publicado el 21 de junio del 2023

El azar, siempre tan veleidoso, ha querido que coincidan en el tiempo dos acontecimientos con el mar como telón de fondo. Uno de ellos tiene hechuras trágicas, no en vano deja la infausta cifra de 82 muertos y más de 500 desaparecidos. El otro, en cambio, afecta a cinco hombres, de momento desaparecidos.

El contraste, no me negarán, es brutal. Si nos atenemos exclusivamente a las cifras, el foco de la atención mediática y de la opinión pública debería alumbrar el drama que mayor número de víctimas conlleva. Si bien la lógica que impera no es esa. En la era de la deshumanización, la repercusión ya no se mide por el número de sufrientes, sino por el color de su piel o la frondosidad de su billetera.

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Como ya intuirán, la tragedia de la que les hablamos ocurrió la pasada semana en aguas del Jónico. Un pesquero con 750 personas a bordo –las imágenes sobrecogen– naufragaba ante la impotencia de los servicios de emergencia, del dolor inconcebible de sus familiares y de las previsibles condolencias de las autoridades internacionales.

Y, entretanto, el mundo va y gira la cabeza a una expedición turística a lomos de una suerte de sumergible que merodea las profundidades marinas con cinco millonarios a bordo. El mini submarino Titan, de la empresa OceanGate, se perdió en el fondo del océano cuando trataba de llegar a los restos del Titanic.

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Imposible no establecer una comparativa cuando el escenario es el mismo, sólo cambian los protagonistas. Unos se lanzan a una peligrosa odisea con miras a un futuro (mejor); otros, en cambio, se dejan 230.000 euros en una caprichosa expedición por puro placer. No hay duda; la distopía ya está aquí, vivimos en ella.

Algo no anda bien cuando la desventura de cinco tripulantes acaudalados nos importa mucho más que la desaparición de medio millar de migrantes. Los sin nombre, una vez más, convertidos en números, en muchedumbre anónima que ni su muerte es suficiente para que reciban la dignidad que les pertenece.