Otras miradas

Doce años. Tragedia de Hoyo de Manzanares

Juan Jesús Blanco Martínez

Abogado especialista en Derecho Militar

La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados, 21 de diciembre de 2022, en Madrid (España). Foto: A. Pérez Meca / Europa Press
La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados, 21 de diciembre de 2022, en Madrid (España). Foto: A. Pérez Meca / Europa Press

24 de febrero de 2011, doce años. Doce años, quizás no son nada para quienes han sido meros receptores de la noticia de aquel 24 de febrero de 2011. La noticia de un hecho luctuoso acontecido en Hoyo de Manzanares, en un campo de maniobras, con un impactante y nefasto resultado de cinco fallecidos, dos heridos muy graves con múltiples secuelas y uno menos grave. El accidente pudo haberse evitado.

Una tragedia más, que al igual que muchas otras, se diluyen en el tiempo. Sin embargo, este tipo de tragedias en el ámbito de nuestras Fuerzas Armadas tiene especial impacto y relevancia. Al menos en el momento de los hechos y en las semanas posteriores. Así fue, cinco fallecidos en el acto, dos heridos de gravedad y un tercero menos grave, en una explosión durante un ejercicio programado. Resultó ser una noticia impactante en nuestro país, pero lamentablemente, no era ni será novedosa, ni mucho menos aislada. Se repiten con demasiada frecuencia.

El fatídico suceso aconteció en nuestro país, en un Campo de Maniobras, durante un ejercicio; y no en una misión en alguno de los territorios en los que España actúa en Misiones de Paz; o no tanto de Paz. Demasiados militares pierden la vida o sufren graves lesiones en ejercicio y maniobras en nuestros Campos de Maniobras y en nuestros buques y aeronaves. Demasiados. Sobrepasa, con creces, la cifra de "accidentados" y fallecidos durante las misiones que realizan en territorios y aguas a los que son desplazados. Y eso no debe ser aceptado. ¿Qué sucede en nuestras Fuerzas Armadas con las normas sobre riesgos laborales? Es que los militares, ¿son diferentes? Aquí los inspectores de trabajo no entran. Cuando un vehículo o una aeronave sufre un grave percance, las periciales y los atestados son realizados por "gente de la casa". Y siguiendo las consignas provenientes de los cielos en los que se encuentra instalado el mando y el poder. No voy a entrar en detalles; pero... a los hechos me remito.

Podríamos enumerar una considerable cifra de hechos luctuosos, en los cuales la actuación de los responsables del material y del personal, posiblemente no estuvieron a la altura. Citamos, entre otros, el "Yakovlev 42", en el cual nuestros militares viajaban "vendidos" en aeronaves de saldo y con normas de seguridad del siglo XIX. La nefasta actuación posterior, colocando en los ataúdes "trozos de carne humana", sin identificar.

Otros episodios en el ámbito de los paracaidistas con resultados muy graves, tal como el joven Soldado Alejandro Clemente, hace 16 años, en el cual quedó tetrapléjico ; el fallecimiento de un marinero del Juan Sebastián Elcano hace tan sólo 3 ó 4 años en circunstancias extrañas, sin la debida atención. Sin olvidar el accidente sufrido en el mar el 19 de marzo de 2014, por un helicóptero "superpuma" del SAR del Ejército del Aire, en el que perdió la vida el teniente D. Sebastián Ruiz Galván, en cuyo accidente quedaron sepultadas evidencias de mala praxis y de palmarias vulneraciones, así como posibles encubrimientos. O, el de la Soldado Idoia, primera militar fallecida en Afganistán, acontecido cuando nuestros carros circulaban sin  inhibidores, los cuales, al parecer, dormían en los almacenes y no fueron instalados hasta después de la tragedia.

Y un largo sinfín de tragedias, que, adoptando las debidas cautelas, posiblemente se hubieran evitado, o al menos mitigado. Y, para ello, hay que ser valientes de verdad y no de "pegatina". De los errores se aprende; pero solo y solamente se lleva a cabo una labor de investigación adecuada y libre de sospechas.

Lo cierto es que en todos y cada uno de esos tristes y luctuosos episodios, la película se repite. Nada más acontecer la noticia comienza el desfile de Mandos Superiores, autoridades y políticos de alto nivel, sobre todo, buscando la foto. Banderas españolas haciendo de envoltorio a los ataúdes. Fotos, entierros de Estado, medallas sobre los fallecidos, y entrega de banderas de las unidades a los familiares. Todo ello en emotivos ceremoniales con alardes de grandeza de nuestra Patria, entonando en la ceremonia "la muerte no es el final". Todos nos emocionamos y llegamos a creer en conciencia que los fallecidos, los heridos y sus familiares no están solos.

Fotos con el jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, Ministro /a de Defensa y otros Mandos superiores. También, cómo no, se suman con sus proclamas y solidaridad los líderes de la oposición y otros miembros destacados. La oposición del momento se coloca al lado de los familiares de los fallecidos y de los heridos. Exigen al Gobierno de turno protección para las víctimas, claridad sobre lo acontecido y transparencia. Y, llegado el momento en el que esos miembros de la oposición alcanzan el poder, esas exigencias de trasparencia y su propia presencia, se desvanece. Se esfuman.

Durante las primeras semanas e incluso los primeros meses, la presencia institucional está presente. Las promesas de apoyo e indemnidad se repiten. Pero al poco tiempo, esa presencia institucional se va disipando. Aquellos/as, que en su momento estaban en el Gobierno y prometían fueron relevados. La oposición, la cual muchos de sus miembros, que aparentemente estaban al lado de las esposas de los fallecidos y de los heridos, dejaron de estarlo en el momento en el que alcanzaron el poder.

Tal es así, que un auto, de fecha 20 de junio de 2022, en el cual el Tribunal Militar Territorial Primero, acuerda la deducción de testimonio de particulares, para su remisión a la Excma. Sra. ministra de Defensa, para una posible indemnización a las víctimas, ocho meses después del dictado del Auto, todavía no tenemos constancia de que haya sido entregado y conocido por la Sra. ministra. La verdad Sra. España es grande; pero, una resolución judicial dirigida al Departamento de Defensa ya debiera haber tenido algún tipo de respuesta, tras más de ocho meses desde su dictado. Al final, mis sospechas de que en las Fuerzas Armadas el tratamiento que se otorga va con arreglo a las clases, van a resultar ciertas. Las víctimas del fatídico accidente de Hoyo de Manzanares y sus familias, con el silencio son tratados como "parias". Restitúyasele, al menos su dignidad.

Salvando los momentos iniciales; los de la foto y los comunicados de prensa, la orfandad tutelar del Ministerio de Defensa se ha ceñido sobre los heridos y sobre las viudas e hijos de los fallecidos. Doce años. Demasiado tiempo. Las arrugas de la piel de las víctimas supervivientes y de las esposas e hijos de los fallecidos se hacen cada vez más evidentes; pero sobre todo Sra. ministra, subyacen las arrugas del alma, fruto de la miseria y la sinrazón que su departamento les profesa, al permanecer Vuecencia silente, bajo el escudo institucional que otorga el Poder;  y no dar justa respuesta a quienes, en el cumplimiento de sus funciones; y trabajando con medios inadecuados, inapropiados e inseguros; unos han perdido sus vidas, y otros su integridad física, psíquica, y hasta la dignidad que se le pretende arrebatar en esta pesadilla que se remonta a más de doce años.  Una frase de Shakespeare dice: "Se ríe de las cicatrices quién nunca ha sentido una herida".

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